ARTÍCULO 1. Evaluación de los estudiantes. La
evaluación de los aprendizajes de los estudiantes se realiza en los siguientes
ámbitos:
1. Internacional. El Estado promoverá la participación
de los estudiantes del país en pruebas que den cuenta de la calidad de la
educación frente a estándares internacionales.
2. Nacional. El Ministerio de Educación Nacional y el
Instituto Colombiano para el Fomento de la Educación Superior ICFES, realizarán
pruebas censales con el fin de monitorear la calidad de la educación de los
establecimientos educativos con fundamento en los estándares básicos. Las
pruebas nacionales que se aplican al finalizar el grado undécimo permiten,
además, el acceso de los estudiantes a la educación superior.
3. Institucional. La evaluación del aprendizaje de los
estudiantes realizada en los establecimientos de educación básica y media, es
el proceso permanente y objetivo para valorar el nivel de desempeño de los
estudiantes.
Ahora, no hay necesidad de interpretar la evaluación,
como un instrumento de verificación, comprobación, calificación o juicio del
aprendizaje de los estudiantes. En algunos centros educativos llegué a leer
este tipo de frases pegadas con orgullo en la sala de profesores: “La
evaluación es el instrumento que permite verificar o comprobar el aprendizaje
de los estudiantes”. Sueño con una escuela que no vuelva a colgar o pegar
en las paredes este tipo de concepciones que tanto daño nos ha hecho a los
docentes y estudiantes. También sueño con una escuela incluyente, donde no haya
tontos e inteligentes, negros y blancos, pobres y ricos, buenos y malos,
indisciplinados y disciplinados; porque en esencia, lo que existe en la
escuela, es una realidad mucho más compleja de lo que hemos configurado.
La escuela, ese lugar de emociones y pasiones, de
anhelos, esperanzas y preocupaciones académicas, personales y sociales, es el
espacio donde necesitamos hacer realidad la convivencia, la alegría, la
interlocución, la negociación y la concertación.
Según Georges Snyders, citado por Gadotti Moacir
(2005) en Historia de las ideas pedagógicas, México: siglo XXI. La
escuela, etimológicamente significa: “recreación”, “alegría”. Ese es el ideal
de la escuela: la alegría de construir el saber elaborado.
En este primer artículo del decreto 1290, cuando
se nos dice: La
evaluación del aprendizaje de los estudiantes realizada en los establecimientos
de educación básica y media, es el proceso permanente y objetivo para valorar
el nivel de desempeño de los estudiantes, se nos está invitando a
construir una escuela, donde en vez de juzgar, valoremos; en vez de calificar,
verificar o comprobar, formemos.
Es importante aclarar que esta evolución en el
concepto de evaluación que hoy tenemos en un documento del Ministerio de
educación nacional, ya se explicitaba desde el año 1994 en el decreto 1860
en el artículo 47 se contienen aportes como este: La evaluación será continua,
integral, cualitativa y se expresará en informes descriptivos que respondan a
estas características: Estos informes se presentarán en forma comprensible que
permita a los padres, a los docentes y a los mismos alumnos apreciar el avance
en la formación del educando y proponer las acciones necesarias para continuar
adecuadamente el proceso educativo. Sus finalidades principales son:
- Determinar la obtención de los logros definidos en
el proyecto educativo institucional.
- Definir el avance en la adquisición de los
conocimientos.
- Estimular el afianzamiento de valores y actitudes…
Respecto a la segunda sección de este primer
artículo: El
Ministerio de Educación Nacional y el Instituto Colombiano para el Fomento de
la Educación Superior ICFES, realizarán pruebas censales con el fin de
monitorear la calidad de la educación de los establecimientos educativos con
fundamento en los estándares básicos. Es importante preguntarnos
¿Qué estamos entendiendo por calidad? (véase, aquí en mi espacio, el ensayo que
propongo sobre calidad de vida), lo pregunto, porque estoy cansado y muy
enojado con los cientos de instituciones educativas que he visitado, y lo
primero que percibo en sus oficinas de dirección o rectoría, es una colección
de certificaciones de calidad, cuestión que me produce decepción y angustia, al
notar: que tal realidad de cartones al por mayor, no tiene nada que ver con la
realidad cotidiana de la institución que visito. Entro a los baños, y es cuando
al instante, llevo mis dedos a la nariz para poder orinar con tranquilidad.
Al recorrer las zonas verdes, más bien siento que
recorro, zonas de basura. Lo grave de este asunto fue lo que me respondió un
docente cuando pregunté: ¿Por qué hay tanta basura en el patio, cafetería y
demás espacios de la institución? Me dijo el docente, no sé, sin en tono de
ironía, broma o qué, pero me lo dijo: ¡obvio, donde hay niños y adolescentes,
siempre habrán papeles, suciedad!
Pero, ¿Cuál es mi enojo? Está relacionado con lo que
se entiende en algunas instituciones educativas por calidad, como por ejemplo:
calidad educativa, se equipara de inmediato con la convicción de mejor nivel
académico, es decir, pruebas ICFES, mejores notas, aunque ese tan nombrado
nivel académico “muy superior”, no vaya de la mano de la inteligencia emocional
y social, del buen trato y la convivencia (véase en mi espacio, en este KNOL,
el resumen de la investigación que dirijo sobre Pedagogía de la humanización en
la Universidad de San Buenaventura de Bogotá DC.).
Hoy, el concepto calidad, no solo es muy
conocido, sino que es también muy manoseado, hasta el punto de prostituir su
verdadera significación; por ejemplo, se habla de “calidad empresarial”,
“calidad educativa”, “calidad en la televisión”; se habla de empresas “de
calidad”, es decir “certificadas”. Lo grave de este asunto, es que en esta
oferta y demanda de acceder a la calidad, ya hasta la calidad se puede comprar,
de ahí que es normal encontrar en internet, todo tipo de portales que te
ofrecen ser acreditado, para que tanto gerente, rector o directivo y su empresa
se acrediten como un empresario y una empresa de calidad. Así que cuando veamos
en una empresa de cualquier tipo, incluso, del sector de la salud y de la
educación con una serie de cartones que certifican o acreditan a esa empresa
como una institución de calidad, tomémonos el derecho de la duda. Acerquémonos
ahora, a la comprensión del concepto.
Según el Diccionario de la Real Academia de la Lengua
Española, el término calidad:
Viene del latín qualitas que significa propiedad o
conjunto de propiedades inherentes a algo, que permiten juzgar su valor. Esta
tela es de buena calidad. El significado 5. Dice: Estado de una persona,
naturaleza, edad y demás circunstancias y condiciones que se requieren para un
cargo o dignidad. Conjunto de condiciones que contribuyen a hacer agradable y
valiosa la vida. Real Academia Española a/g (2001).
Así que al hablar de calidad, es importante
relacionarlo con tres conceptos: impecable, transparencia y excelencia.
No podemos continuar deteriorando el concepto en su uso cotidiano. Recuérdese,
si un tratamiento médico es de calidad, es porque hay un profesional de
la salud comprometido con mejorar el bienestar del paciente. Si una educación
es de calidad, es porque existe un ambiente agradable de
enseñanza-aprendizaje en el que hay buen trato y oportunidades para todos. Si
un ambiente laboral es de calidad, es porque existe un ambiente de
convivencia, excelente ambiente de trabajo, interacciones transparentes,
respeto y valoración; es decir, hay una excelente relación interpersonal y de
interlocución, donde se da la negociación y la concertación pacífica y
progresiva.
En síntesis, lo que estoy afirmando es que: si afirmamos
que nuestra institución educativa es de calidad, más vale que tengamos
evidencias relacionadas con la estética de los diversos espacios de la
institución, la armonía, la convivencia, la interacción social y académica
impecable, transparente y excelente. Si existe un ambiente de convivencia
pacífica y progresiva, y de aprendizaje significativo; entonces, nos hemos
ganado el derecho de hablar de calidad, y de paso, como valor agregado, podemos
colgar los certificados que deseemos; de lo contrario, aconsejo guardar en
cualquier cajón, los diversos certificados de calidad que tengamos. Ya es hora,
que nuestro PEI. Proyecto educativo institucional deje de ser mentiroso.